La ingesta de carbohidratos refinados, con alto índice glicémico (con absorción rápida por el intestino delgado), como hidratos de carbón muy procesados industrialmente y refinados tales como pan blanco, patatas, azúcar concentrado, u otros como arroz, helados azucarados, postres azucarados, etc. alteran la actividad cerebral, aumentando nuestro deseo de tomar mayor cantidad de estos alimentos.

Investigadores del Boston Children’s Hospital en Massachusetts, hallaron que tras la ingesta de estos alimentos de alto índice glicémico, comparados con lo que sucedía tras la ingesta de otros con bajo índice glicémico (hidratos de carbono de legumbres), había un aumento importante de la glucosa en sangre, seguida de una mayor y rápida disminución de los niveles de glucosa, mayor aumento de la sensación de hambre con estímulo de unas determinadas áreas del cerebro, tan solo 4h tras la ingesta. Demostraron por primera vez que los hidratos de carbono refinados, pueden provocar independientemente del número de calorías y del gusto, síntomas relacionados con »la adicción a la comida» en personas especialmente susceptibles como obesos o con sobre peso.

Los investigadores determinaron el flujo sanguíneo cerebral, como medida de la actividad del cerebro en reposo, por medio de la resonancia magnética; hallaron un incremento de un 8,2% del flujo sanguíneo cerebral, tras la ingesta de nutrientes con alto índice glicémico, comparado con lo que sucedía tras la ingesta de los de bajo índice glicémico. Cada persona investigada mostró una intensa activación del núcleo accumbens en el área cerebral relacionada con la adicción. (El núcleo accumbens tiene un importante papel en la risa, la recompensa, la adicción y el placer.)

Esto ha venido a demostrar que a más ingesta de hidratos de carbono refinados, más ansia de devorar más, lo que perpetua el riesgo de avanza en el sobre peso, obesidad y posteriores consecuencias